El gobierno cubano denunció las manifestaciones del domingo, que fueron provocadas por largos apagones y escasez de alimentos y vieron a miles de personas salir a las calles, incluso en Santiago, la segunda ciudad más grande de la nación. El gobierno de los Estados Unidos instó a las autoridades cubanas a prestar atención a los derechos de los manifestantes y abordar sus quejas. En respuesta, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba expresó su fuerte desaprobación de lo que consideró una intromisión de los Estados Unidos durante una reunión formal con el encargado de asuntos de los Estados Unidos, Benjamin Ziff. El Departamento de Estado desestimó las afirmaciones de participación de los Estados Unidos en las protestas como "absurdas".